Ermita de Alba - 27 de septiembre de 2011

Sigo recuperando viejas rutas, hoy toca recordar la primera vez que subí a la Ermita del Alba.

Voy tranquilamente en coche hasta Caranga y aprovecho los 8 km siempre picando hacia arriba que hay hasta el cruce de la subida a Alba para calentar. Voy rodando tranquilo y disfrutando de la espectacular zona del embalse de Valdemurios. Una gozada pedalear por allí.
Y por fin llego al cruce.


Pronto las rampas llegan al 8-9% y van aumentando progresivamente hasta Salcedo, la pendiente es muy constante, por lo que pese a la dureza consigo imponer un ritmo que me permite ir relativamente cómodo. A partir del km 2 de la subida las vistas del valle son impresionantes y se comienza a ver el Gamoniteiro, que vigilara intermitentemente toda la ascension.


Al llegar a Salcedo, herradura a la izquierda y comienza el festival de rampones, y al salir de Salcedo llego a la rampa del 26%, que me tenía acojonado ya que no sabía si podría subirla con el 34x26.




La encaro con muchas ganas y bien de piernas, subo con fuerza y consigo pasar la rampa con soltura, bien, lo mas dificil ya esta, ahora con el tran tran hasta la cima, ya que no quedan rampas asi. Grave error, jajaja.
Sigo subiendo y me encuentro que la subida es una combinación de rampas tremendas con pequeños descansillos e incluso bajadas. La media de esos 2 km es del 11.5%, así que las rampas son tremendas. Cada vez las paso peor, haciendo mas eses y en los descansos no me da tiempo a bajar pulsaciones, ademas sale el sol y empieza a hacer mucho calor. Voy tostadísimo y me empiezo a cagar en todo, jajaja.
El ultimo km y medio los hago por pura fuerza de voluntad. Voy mirando el paisaje y por lo menos me evado un poco de ver las rampas.


En el último medio km me encuentro, tras un descanso un poco mas largo, una rampa del 20% culminada en una herradura a izquierda terrorífica, subo haciendo unas eses tremendas, manteniendo el equilibrio a duras penas, doy la herradura por fuera intentando disminuir de cualquier manera la pendiente y me encuento de frente otra rampa igual. Es la última rampa y el puerto no da tregua hasta el final. Sufro como un perro y consigo corornar saliendoseme el corazón por la boca, veo el aparcamiento del area recreativa y creo que es el cielo abierto.



En definitiva, puerto durísimo, con unas vistas increibles, que me ha dejado enamorado.

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