Los Puertos de Maravio son una maravilla que tenemos en Asturias y que trato de visitar casi todos los años. La ruta fue la más sencilla que se puede hacer de manera circular, con Trubia como punto de inicio y final, y unos 1400m de desnivel para 83kms.
Puertos de Maravio |
Salimos de Trubia poco antes de las 10 de la mañana. La temperatura es fresca y no está muy claro si nos va a llover algo a lo largo de la mañana.
Vamos hasta Grado por la general y una vez que llegamos a la villa moscona comenzamos a remontar el valle del río Cubia hasta llegar a San Pedro de los burros, donde comienza esta vertiente de los Puertos de Maravio.
El día está gris, es el típico día encapotado asturiano, pero le da un aura especial al puerto que acrecenta aún más la sensación de soledad que reina durante la subida.
La carretera es preciosa, y según nos acercamos al desfiladero del río Villabre va ganando en belleza.
Nos metemos en la nube y empieza a orbayar con alegría. Por momentos parece que no va a parar ya en toda la subida y que incluso va a ir a más según vayamos ganando altura.
Por suerte al salir del desfiladero dejar de llover y parece que no se va a torcer el día.
Tras pasar Villabre la carretera se estrecha y el asfalto empeora. Entramos en el tramo más duro de la subida y durante casi 2kms la pendiente no baja del 10% y ronda puntualmente el 20%.
Ya vislumbramos las praderas de los Puertos del Maravio. Todavía nos quedan un par de kilómetros de subida. La pendiente es más suave, ronda el 5-6%, pero se hacen duros ya que llevamos casi 20kms de subida.
Terminamos la subida y ahora atravesaremos los Puertos de Maravio, uno de los tramos de carretera más bonitos de Asturias.
Comenzamos a bajar hacia Teverga. Las vistas del valle de Gradura son espectaculares.
Sólo nos queda bajar hacia Trubia. Pese a que todo el tramo es descendente el viento de cara nos castiga con fuerza y además, al soplar del nordeste, corta de los frío que está.
El final de la ruta es lo más duro del día pese a atravesar varios desfiladeros de inmensa belleza.
Llegamos a Trubia y damos por finalizada la ruta con un sólo pensamiento en la cabeza: ¡Maravio maravilla!
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