domingo, 21 de junio de 2020

La Cruz de Linares - 14 de Junio de 2020

El último puerto importante que había subido antes de que comenzase el confinamiento fue la Cruz de Linares por la vertiente de San Andrés, un puertazo con el que siempre quedo encantado, así que en esta mañana de domingo con unas horas libres para rutear por cerca de casa, que mejor sitio para visitar que este ícono del cicloturismo de puertos asturiano. Esta vez la vertiente elegida fue la de Proaza. Con el paso previo por el Tenebredo queda una ruta de casi 1500m de desnivel en tan sólo 58kms.

Los kilómetros finales de la Cruz de Linares son un espectáculo para la vista

Salgo de casa sobre las 8:30 de la mañana. La temperatura es bastante fresca para la época del año en la que estamos y ronda únicamente los 10º.
Hago parte de los primeros kilómetros a la vera del Nalón, que luce precioso siempre.


Por Bueño me dirijo hacia Puerto. Esta carretera es siempre tranquila y bonita para rodar.



En Puerto comienzo la subida del Tenebredo. Es la subida que voy a utilizar hoy para cambiar de valle. Son algo más de 5kms al 6-7% con zonas duras y otras más blandas. Llego a la cima sin muchos problemas aunque noto que la forma está todavía muy lejos de ser la óptima.
Lo bueno es que está todo tan verde y bonito que antes de darme cuenta ya había acabado la ascensión.



Desciendo hasta el valle del Trubia y poco después de Proaza ya encuentro el desvío para la Cruz de Linares. El comienzo ya es demoledor con rampas constantes al 11-12%, e incluso algún pico algo mayor.




Está la vegetación tan verde que deslumbra. Además desborda también la carretera. Esto es un verdadero espectáculo.




Hay mucha humedad y le temperatura ha subido bastante. La sensación de bochorno es alta, y como además no voy muy católico, voy sudando a chorros.



Tras 4,5kms de subida muy duros, con una media superior al 11%, se llega a un pequeño descanso que verdaderamente me da la vida.




Entre que la pendiente es más suave y que las vistas en la zona alta son brutales, paso de ir agonizando a disfrutar una barbaridad.



Mire a donde mire todo está precioso y apabulla, ya sea por lo verde que está, por la amplitud de las vistas o por el desnivel de la ladera. Un verdadero puertazo.







Muy cansado, pero muy contento, llego a la cima. No sé cuantas veces he subido ya aquí, pero cada vez me gusta más.






Vuelvo a bajar al valle del Trubia y regreso a Oviedo por Sograndio. Esta subida siempre se hace dura al afrontarla al final de la ruta, pese a no tener grandes números.


Llego a Oviedo encantado. Es un lujo poder hacer una ruta tan bonita escapándote simplemente durante media mañana.



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