miércoles, 2 de agosto de 2017

Colladona, San Isidro y Las Señales - 27 de Julio de 2017

Colladona, San Isidro y Las Señales, una ruta clásica en cualquiera de los dos sentidos. El pasado jueves decidimos hacerla Marcos y yo, ya que él aún no había subido esos puertos y yo, a lo tonto, ya llevaba 3 años sin pasar por ellos.
En total fueron 121kms y 2300m de desnivel acumulado.





Poco después de las 9 de la mañana salimos Marcos y yo de Entrago. El sol ya luce alto, y pese a que la temperatura aún es fresca, sabemos que nos va a calentar bien.


La suerte es que la mayor parte de la subida a La Colladona transcurre por un espeso bosque que nos proporciona una agradable sombra.


En zonas puntuales el bosque se abre y podemos ver a nuestra izquierda Peña Mea, y delante nuestro la cima.




El puerto es muy ameno, y entre charlas, cuando nos damos cuenta, estamos llegando a la cima.






Acompañados de alguna fresa silvestre coronamos La Colladona. Hacemos la foto de rigor en el cartel y para abajo, disfrutando de las vistas que tenemos de Cotobello justo enfrente.



Finalizamos el descenso de La Colladona en Cabañaquinta, donde paramos a tomar un refresco y comer algo. 
A continuación comenzamos a remontar el valle de Aller. Nos esperan eternas rectas de falso llano, que sólo se hacen más amenas al ser dos e ir conversando.



Pasamos por Felechosa, donde se sitúa uno de los buques insignia de #MafiAsturias.


Tras superar Felechosa aún nos quedan un par de amplias rectas al 3-4%. Este terreno es muy pestoso.


Pasamos Cuevas y por fin comenzamos el puerto en si, tras un acercamiento bastante duro.



Pero lo primeros kilómetros de la subida son también una enorme recta, esta vez al 6-7%, que se hace larguísima. Además el sol ya nos castiga sin piedad y la temperatura ronda los 30º.


Por fin llegamos al fondo del valle y comenzamos a ganar altura por la ladera a base de revueltas. Esta zona del puerto si que es entretenida.



Nos acercamos a la zona de las viseras y las vistas del valle que hemos remontado son espectaculares.



Cruzamos las viseras. Esta zona es muy escénica y además agradecemos un montón la sombra, jaja.



Tras las viseras tenemos la zona más dura de San Isidro, con un kilómetro que supera el 9% de media.



Subimos el kilómetro duro con mucha calma y llegamos a la zona de brañas. Nos quedan unos 4kms al 5-6% hasta llegar a la cima.
El mayor problema ahora mismo es el sol, que nos está castigando con todas las ganas. Sólo pensamos en el refresco que nos vamos a tomar en el bar que hay en la cima, jaja.







A la parrilla coronamos San Isidro.


EL plan inicial era comer en Puebla de Lillo, pero al parar a tomar un refresco decidimos comer ya en la cima de San Isidro. El bocadillo entra solo.


Comenzamos la bajada a San Isidro. El calor en la bajada es asfixiante y en los repechos que hay en ella sufrimos bastante.





Al entrar a Puebla de Lillo nos desviamos hacia Las Señales. Tenemos un par de kilómetros cómodos antes de empezar la ascensión.


Las Señales es un puerto bastante asequible ya que es bastante tendido. Además es uno de los puertos más bonitos de León, con un trazado espectacular, y un paisaje precioso plagado de hermosos bosques.



En un puerto tan bonito vamos disfrutando de cada pedalada....bueno, más o menos, porque el calor es infernal.




A la parrilla, esta vez vuelta y vuelta, coronamos Las Señales. Desde aquí nos quedan 49 kms de terrenos siempre favorable para acabar la ruta.


Las vistas desde el tramo que une Las Señales y Tarna son espectaculares, con el Espigüete al fondo dominando el paisaje.



Tampoco se quedan atrás las vistas que hay desde Tarna: el alto Nalón y parte del parque de Redes.


Están asfaltando la carretera de Tarna, pero sólo están arreglando algunos trozos, por lo que lo mismo encuentras 200m que son una alfombra como encuentras 200m llenos de baches. Una chapuza.


En uno de esos baches Marcos sufre el pinchazo de rigor de todas las rutas.


El valle del Nalón es espectacular. Tras pasar Campo de Caso evitamos el túnel y pasamos por la zona de la cueva Deboyu.




Y entre presas y bosques quemamos los kilómetros rumbo al fin de la ruta.


Rutaza. Este recorrido nunca defrauda, aunque lo mejor, como siempre, fue la compañía.



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