Bandujo es una de las ascensiones más bellas de Asturias, a la que hay que rendir visita como mínimo una vez al año.
El pasado martes, nos acercamos Álvaro, Marcos y yo a la dura subida del concejo de Proaza, para un total de 77kms y 1400m de desnivel.



Cuando voy a salir de casa para dirigirme a Trubia, que es donde habíamos quedado, veo con horror que tengo la rueda trasera pinchada, así que toca cambiarla la cámara y pegarme un calentón importante para llegar al punto de encuentro sin demasiado retraso.
Una vez que llego a Trubia, me uno a los compañeros y comenzamos a remontar el valle rumbo a Proaza. Nada más salir de la capital del concejo nos encontramos con el cruce que nos dirige a Bandujo, subida que comparte su primer kilómetro con la Cruz de Linares.
La primera rampa, y el primer kilómetro, ya supera el doble dígito, así que toca apretar desde el principio.



Pequeño descanso tras llegar al cruce donde se bifurcan las subidas, dejando a nuestra derecha la carretera que va a la Cruz de Linares.


Lo bueno dura poco y de nuevo la pendiente vuelve a superar el doble dígito, y en varias ocasiones lo hace holgadamente.


Las vistas son espectaculares y las cámaras de fotos van echando humo.



Aquí está Marcos subiendo a lo Froome, sin quitar la vista de la maquinina, jaja.


Últimas rampas duras antes de llegar a Proacina, donde tendremos un nuevo descanso.


Las vistas desde Proacina son de nuevo magníficas.




Tras el descanso de Proacina tenemos de nuevo un tramo duro con más pendiente por encima del 10%. Esta subida se hace asequible por los descansos que tiene, porque cada vez que se inclina la carretera las pendientes son muy serias.



Nuevo descanso, esta vez en forma de bajada vertiginosa en la que luego tendremos que sufrir al bajar, jaja. Y afrontamos la zona del mirador, la más dura de toda la subida, con rampas constantes al 15%.


Ganamos altura rápidamente y las vistas, aunque parezca increíble, mejoran.



Curva de herradura, toca posturear un poco, jaja.






Una vez superada la zona más dura, la pendiente vuelve a su habitual 10-11%, que aunque parezca mentira, después de lo anterior hasta parece suave, jaja.


Llegamos a la cima con los típicos ataques pancarteros que tanto daño han hecho al ciclismo, jajaja.


Pero aún nos queda lo mejor de la subida, que es la bajada al pueblo de Bandujo, con unas vistas difícilmente descriptibles con palabras.








La foto de grupo no puede faltar en una ascensión así.


Comenzamos a bajar, o a subir más bien, ya que tenemos que volver hasta la cima, de nuevo con rampas que superan el 10%, como ocurre siempre en esta subida.
Nos detenemos en el mirador para observar las espectaculares vistas. Álvaro decide hacer un poco el cabra para obtener un mejor ángulo, jaja.





Llegamos a la general y tenemos un terreno cómodo hasta Trubia. Recorremos este tramo con una actitud alejada del cicloturismo, jaja.
Una vez en Trubia, me despido de Álvaro y Marcos, como siempre, un placer, y vuelvo a Oviedo por Sograndio, rampas suaves que me dejan buenas vistas del Nalón para finalizar la jornada.


La Collada Mohandi es un puerto relativamente conocido que comunica los concejos de Infiesto y Ponga. Hoy voy a presentar la vertiente norte, que transcurre íntegramente por el concejo de Infiesto.
La subida presenta dos partes totalmente diferenciadas, algo más de 7 kilómetros de pendientes suaves que ayudan a remontar el valle, y los últimos 5 kilómetros que rondan el 7%, pero sin grandes rampas que hacen la subida muy llevadera.
Pero más allá de los números, donde Mohandi es un segunda normal, esta subida destaca por ser de una belleza excepcional, atravesando un valle precioso, no de grandes vistas, sino de pequeños rincones de una belleza abrumadora, donde la tranquilidad y el silencio se adueñan de todo.


La ascensión comienza en Sevares, donde tomaremos la AS-339 que nos dirigirá a Sellaño.


Desde el principio el tráfico es inexistente y las pendientes son muy suaves, en torno al 2-3%.


La carretera es estrecha y el asfalto se encuentra en buenas condiciones.



Atravesamos también una pequeña garganta, con la carretera pegada a la roca y los quitamiedos de piedra cubiertos de musgo. Las pendientes siguen siendo cómodas, ideales para disfrutar del entorno.


Finalizando la primera parte del puerto, el valle se abre un poco atravesando una zona de pequeñas praderas.



Tras 6 kilómetros de ascensión, la pendiente aumenta ligeramente hasta situarse en el 4-5%, como preludio a la zona final del puerto.


Y llegamos a los últimos 5 kilómetros de ascensión, los más duros, al 7% de media, con pendientes bastante constantes, y en los que se va ganando altura por la ladera de manera paulatina.


En el kilómetro 9 nos encontraremos dos herraduras consecutivas. En la segunda, al fondo en la foto, se encuentra la rampa más dura de puerto, que llega a alcanzar el 14%.


Al fondo ya se intuye la cima, y las pendientes siguen muy constantes al 6-7%.



Cerca del final se puede aprovechar la altura ganada y disfrutar de las vistas que tenemos a nuestras espaldas.


Las pendientes en la zona final siguen siendo muy constantes en torno al 7%, mientras al fondo ya aparecen las cimas de las montañas de Ponga.



Última recta entre arboles y ya alcanzamos la cima de este precioso puerto.


Y como premio disfrutamos de las magníficas vistas que hay en la cima.




Un puerto así de bonito merece un recuerdo de tan grata conquista.